El 6% de la población mundial ha sufrido depresión mayor

  • Los trastornos depresivos son el tercer factor más importante de la carga de morbilidad en el mundo.
  • El riesgo de sufrir depresión es el doble para las mujeres que para los hombres

En el marco de la celebración de jornada de relanzamiento de la Línea del cuidado del Sistema Nervioso Central de Acromax Dominicana, el doctor Rafael O. Johnson abordó el tema Manejo integral de la Depresión Mayor

La depresión comprende ciertos problemas mentales caracterizados por desánimo, pérdida de interés y disfrute de las experiencias cotidianas, así como otros síntomas emocionales, cognitivos, físicos y conductuales.

La depresión mayor es una condición ciertamente común, repercute en el desempeño profesional, en la calidad de vida y produce un impacto crónico en la vida del paciente.

  • El 6% de la población mundial ha sufrido depresión mayor.
  • Entre el 76 y el 85% de los pacientes no tienen acceso a tratamiento.
  • Los trastornos depresivos son el tercer factor más importante de la carga de morbilidad en el mundo.
  • El 25% de los pacientes que se acogen a terapia no reciben atención de seguimiento.
  • El riesgo de sufrir depresión es el doble para las mujeres que para los hombres. La franja de edad más proclive a sufrir la dolencia está entre los 25 y 34 años. Los divorciados y separados son más proclives y la dolencia puede considerarse transcultural ya que no se aprecia diferencias entre países o culturas.

Los problemas para una atención efectiva a la depresión suelen asociarse a un diagnóstico impreciso, al estigma social que imponen las enfermedades mentales y a la falta de médicos y recursos.

El diagnóstico de depresión se fundamenta en la aparición de síntomas de tipo afectivo cuáles son el ánimo deprimido, la anhedonia -pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades y la incapacidad para experimentar placer-, el sentimiento de inferioridad y los pensamientos de suicidio.

Los factores de riesgo de depresión son el historial familiar, las experiencias adversas en la niñez, la ocurrencia de episodios estresantes como pérdidas inesperadas o amenazas series, el sexo femenino y rasgos de personalidad neurótica.

Las personas cuyos familiares en primer grado han sufrido depresión tienen un riesgo 2,84 veces mayor de sufrir la condición. Las mujeres presentan un riesgo doble de padecer depresión por encima de los hombres.

Concepto actual de depresión

El concepto actual de la depresión como un diagnóstico politético (un porcentaje de síntomas positivos de un listado jerárquico) con ciento cinco combinaciones diagnósticas distintas, dista mucho de la perfección e incluso ha sido cuestionado por expertos y autoridades.

Sin embargo, uno de sus datos más interesantes es la agrupación de síntomas en tres grandes esferas: afectiva, cognitiva y somática, que posiblemente representen sistemas neurotransmisores y regiones cerebrales distintas entre sí.

Los pacientes encuentran comprometida la integridad de su sistema nervioso central con evidencia sólida de disminución en los factores de crecimiento neuronales y disminución del volumen hipocampal, así como datos claros de inflamación sistémica con elevación de las interleucinas 1 y 6, así como del factor de necrosis tumoral y la proteína C reactiva, lo que explica su asociación comórbida con otras patologías crónicas, en una cercana interacción que puede romperse llevando al paciente a la remisión completa con el tratamiento farmacológico adecuado.

La característica esencial del trastorno depresivo mayor (TDM) es de un curso clínico que se caracteriza por uno o más episodios depresivos mayores (MDE) sin antecedentes de episodios maníacos o hipomaníacos.

Hay nueve dominios de síntomas que pueden ser parte del diagnóstico de un MDE y crear la constelación de signos cognitivos y síntomas emocionales y somáticos observados en el TDM.

El estado de ánimo deprimido y la pérdida de interés o placer son los dos síntomas principales. Al menos uno de estos síntomas debe estar presente para el diagnóstico.

Los síntomas restantes son indecisión o disminución de la capacidad para pensar, un cambio significativo en el apetito o el peso, insomnio o hipersomnia, agitación o retardo psicomotor, fatiga o pérdida de energía, sentimientos de inutilidad o culpa, y la ideación suicida.

De los nueve síntomas, cinco o más deben estar presentes durante al menos dos semanas y causar malestar significativo o deterioro funcional para el diagnóstico de un MDE.

Los nueve dominios de síntomas del trastorno depresivo mayor descritos constituyen la constelación de síntomas emocionales, somáticos, y cognitivos de observados en el TDM.

Un episodio depresivo mayor tiene una duración promedio por historia natural de seis meses a dos años; menos del 10% dura más allá de los dos años. Se trata de un trastorno recurrente y su intensidad, duración y frecuencia se incrementan con el número de episodios.

La terapia de la depresión debe tener en cuenta la gravedad de los síntomas y las limitaciones funcionales, así como las comorbilidades, las vulnerabilidades sociales y el riesgo psiquiátrico. Su diseño y aplicación se fundamenta en la intervención psicológica, farmacológica y la terapia somática. La efectividad de las intervenciones es limitada.

El tratamiento de la depresión tiene como objetivo conseguir la recuperación funcional completa y sostenida del paciente, lo cual implica la remisión de los síntomas, la recuperación funcional en los ámbitos social, interpersonal, laboral y familiar, y la prevención de la recurrencia.

La depresión mayor pasa a menudo desapercibida, por lo que el propio diagnóstico constituye en sí mismo un reto, al que se añade el que la dolencia sufre de una evolución y pronóstico impredecibles, y que el tratamiento produce respuestas variables.

Como ya se mencionó, la atención efectiva se encuentra con problemas de falta de recursos y profesionales capacitados, estigma social sobre los trastornos mentales, evidencia limitada para establecer las opciones de tratamiento y restricciones presupuestarias.

La selección de la terapia adecuada debe plantearse analizando los factores del paciente (características clínicas y dimensiones, condiciones comórbidas, repuestas y efectos secundarios durante el uso anterior al antidepresivo y la preferencia del paciente) y del medicamento (eficacia comparativa, tolerabilidad comparativa, potencial de interacción con otros medicamentos, simplicidad de uso, disponibilidad y costo).

La falta de adherencia al tratamiento antidepresivo está asociada a sus resultados deficientes, implicando mayor riesgo de recaída, aumento de la incapacidad funcional y mayor riesgo de suicidio.

Algunos efectos adversos pueden resultar difíciles de identificar a partir de los síntomas
del trastorno depresivo subyacente o las condiciones comórbidas.

En general se presentan los siguientes obstáculos para la adherencia al tratamiento: poca tolerabilidad, efectos adversos, por ejemplo, aumento de peso, disfunción sexual, estigma social, educación inadecuada del paciente, poca motivación, costo de la medicación, resultado tardío de la eficacia, falta de percepción de los beneficios del tratamiento y suspensión prematura tras mejora sintomática.

Para asegurar la correcta adherencia al tratamiento es conveniente seleccionar un antidepresivo con buen perfil de tolerabilidad, usar la menor cantidad de medicamentos posible, ajustar las dosis/tratamiento para minimizar efectos adversos, educar al paciente y familia, establecer expectativas de tratamiento realistas, utilizar sistemas de atención colaborativa y mantener un seguimiento regular.

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